Toda clase de pieles
Adaptación
del cuento
Había
una vez hace muchos años, en un lejano país, un rey llamado Carlos y una reina llamada Cristina que vivían contentos
en su maravilloso castillo. La reina era bellísima y encantadora
y todos envidiaban al rey por estar con ella.
La
reina y el rey decidieron tener un
precioso bebe, y tras varios años de intententar tener un hijo, al final
la reina se quedo embarazada.
Tras
9 meses de embarazo, nació la princesa Sara que era tan guapa como su madre.
Pero, tras el nacimiento de la princesa, la reina enfermo y el rey Carlos que
quería mucho a su mujer y estaba muy enamorado de ella, llamó a los mejores
médicos del reino y de otros reinos para que la curasen. Pero, la reina
Cristina no se recuperaba.
La
reina pidió a su marido su último deseo
antes de morir; le dio una cadenita de oro junto con el anillo de bodas, un diamante
de color azul y un medallón de la virgen, para que él se lo diera a su hija
Sara cuando esta fuera más mayor, y también pidió a su marido que cuando ella ya no estuviera, que
se casara con una mujer más guapa y encantadora que ella, ya que el rey era
joven y tenía que dar un hermanito a Sara.
Pero
tras varios años después de la muerte de la reina Cristina, el rey no consiguió
encontrar a una mujer tan bella y encantadora como la reina Cristina. La
princesa Sara que veía cada vez más
triste a su padre, decidió buscarle una reina, pero no una reina cualquiera,
sino una reina tan guapa, maravillosa y
encantadora como lo fue su madre.
Por
ello, pensó salir del reino cuando tuviera la mayoría de edad, en busca de
una maravillosa reina para su padre. La
princesa Sara decidió que al cumplir su mayoría de edad asistiría a todos los
bailes que se celebraban todos los viernes en los castillos de los reinos
vecinos, para buscar a una mujer tan bella como lo fue su madre.
Cuando
Sara cumplió la mayoría de edad, el rey como bien había prometido a su mujer
cristina antes de morir, le regaló por su cumple la cadenita de oro de la reina
Cristina, Sara se emocionó con el regalo
que le había hecho su padre ya que la cadenita perteneció a su madre y le recordaba mucho a
ella. A parte de la cadena de oro, el rey Carlos decidió concederle por su
cumple 4 regalos a su hija.
Sara,
que había planeado salir del castillo todos los viernes en busca de una
maravillosa reina para su padre, decidió pedirle 3 vestidos para los
bailes y un abrigo para no coger frio
cuando fuera a los diferentes reinos.
Pidió a su padre un vestido tan dorado y
precioso como el sol, otro vestido tan reluciente y plateado como la luna, otro
vestido tan brillante como las estrellas y por último un abrigo de toda clase
de pieles para camuflarse en el bosque y no coger frio.
La
princesa no podía decirle a su padre que se iba en busca de una maravillosa
reina para él, ya que quería que fuera una sorpresa. Por lo tanto, todos los
viernes después de cenar con su padre, se ponía uno de sus vestidos nuevos y su
abrigo de toda clase de pieles para camuflarse y no coger frio y se iba a los
bailes de los reinos vecinos. Pero, la
princesa Sara no consiguió encontrar a una mujer tan guapa como su
madre.
Un
día decidió irse a un reino un poco más lejano, donde había oído escuchar que
había una mujer hermosa. Para llegar hasta él, tenía que pasar por un bosque
bastante largo. La princesa Sara pensó que como el reino estaba tan lejos igual
estaría algunos días fuera del reino, asique cogió sus vestidos nuevos, sus
joyas y su abrigo de toda clase de pieles.
Tras
marcharse de su reino, la princesa durante el día en el bosque se escondía en cuevas y arbustos y por la noche caminaba y corría para alejarse de su reino, ya que
pensaba que su padre preocupado estaría buscándola.
Un
día por la tarde, cuando estaba descansando en una cueva bajo un árbol, escuchó hablar a unas mujeres que se
dirigían a su reino. Hablaban de todos los frutos y flores que habían recolectado para el
gran banquete y el baile de primavera
que se celebraba esa misma noche en el palacio.
La
princesa Sara pensó que ese sería el famoso palacio donde se encontraba la
mujer maravillosa adecuada para su padre, y decidió ir a donde estaban esas
mujeres, las cuales estaban recogiendo flores.
Cuando
se encontró con ellas, les dijo que se había perdido, que necesitaba agua y
comida que tenía mucha hambre. Las mujeres que eran encantadoras y trabajaban
en el palacio de aquel reino decidieron llevarla con ellas y proporcionarla comida, bebida y todo lo que
ella necesitara. La joven Sara que no quería que la reconocieran por miedo a
que la llevaran a su reino con su padre, se hizo pasar por la joven de “todaclasedepieles”.
Cuando
llegaron a aquel maravilloso reino, las mujeres que estaban muy alteradas y
nerviosas, porque tenían que preparar toda la comida y la decoración de la
fiesta de la primavera, la cual duraba dos noches y un día entero, pidieron a
la joven que les ayudaran con los preparativos de la fiesta durante 3 días a
cambio de comida, bebida y cama.
La
princesa Sara que quería entrar en el castillo fuera como fuese aceptó, y les
ayudó con todo lo que pudo. Mientras
ayudaba a las mujeres del palacio a decorar, escuchó a una de ellas decir, que
el joven príncipe del castillo aprovecharía esta fiesta para elegir a su futura
esposa.
Así que pensó que la fiesta sería una buena manera para buscar a una esposa para su padre y también
una forma de conocer al príncipe.
Después
de ayudar a aquellas encantadoras mujeres, la dieron una habitación cerca de la
cocina para que descansara y así poder coger fuerzas para trabajar al día
siguiente.
Sara
aprovechó y se lavó, se peinó y se puso el vestido tan dorado como el sol. Al
entrar al baile, todo el mundo la observaba admirando su belleza y su vestido
tan reluciente.
El príncipe, el cual estaba conociendo a
muchas jóvenes, se paró a observarla, nunca había visto una mujer tan bella
como la princesa Sara.
El
príncipe, llamado Mario, decidió bailar con ella y estuvieron bailando un buen
rato, pero ella se tenía que ir porque al día siguiente madrugaba para ir a
recoger flores y frutos con aquellas mujeres de palacio, por lo que la joven
Sara se marchó, abandonando el baile.
Sara,
se quitó su precioso vestido, su peinado y se puso de nuevo aquella ropa que le
dejaron las encantadoras mujeres. Se metió en la cama para descansar, pero
antes de dormir una de las mujeres entró en su habitación para pedirle ayuda en
la cocina.
Sara
se fue con ella a la cocina, y la mujer le pidió que solo fuera a la habitación
del príncipe Mario a darle su postre favorito “fresas con un poco de
leche”. La princesa Sara que se había enamorado del príncipe Mario, se fue a
la habitación del príncipe y antes de entrar se quitó su medallón de la virgen
que su madre le había regalado y se lo metió en la copa de las fresas con
leche.
Después
de que el príncipe se tomara su postre favorito, se dio cuenta que en el fondo
de la copa había un medallón y bajó a la cocina a preguntar a las mujeres que
de quién era ese medallón, todas las mujeres le respondieron que no era de
nadie, que ninguna lleva collares en el trabajo, y el príncipe Mario que era
muy listo empezó a sospechar de la joven que le había llevado su postre
favorito a su habitación ya que nunca la había visto en el palacio.
Al
día siguiente la princesa Sara se puso su abrigo de toda clase de pieles y
estuvo ayudando a las mujeres a buscar flores y frutos durante toda la mañana y
por la tarde estuvo decorando el palacio. Cuando finalizó su tarea, como el día
anterior se fue a su habitación, se lavó, se peinó y se puso su vestido tan
reluciente y plateado como la luna.
Llegó
al baile, y de nuevo bailó con el príncipe. Al caer la noche, ella se despidió
de él y se fue de nuevo a su habitación donde se quitó el vestido, el peinado y
se puso la ropa que las maravillosas mujeres le habían prestado.
Se
metió en la cama y se intentó dormir, pero no consiguió dormirse ya que no
paraba de pensar en el príncipe Mario, asique decidió ir a la cocina y ayudar a
las mujeres pidiéndolas que ella misma llevaría el postre favorito del príncipe
Mario a su habitación.
La
princesa Sara esta vez dejó caer el
pequeño diamante azul, que era de su madre, en la copa de las fresas, y
le subió el postre al príncipe Mario, el cual estaba en su habitación, el
príncipe sospechaba de ella, pero no dijo nada por miedo a equivocarse y se
tomó el postre tranquilamente cuando de repente se dio cuenta de que había un
pequeño diamante azul. Se extraño ya que una cadena de oro de la virgen la
podrían tener las que trabajaban en el palacio, pero; ¿un diamante? ¿Y azul?
Pensó que era imposible.
Al
día siguiente, la fiesta duraba un día
entero, desde la hora de comer hasta la noche y en el podían asistir todas las
mujeres y hombres que trabajaban en el palacio. La joven tuvo que madrugar más
para ayudar a las mujeres a buscar nuevas flores y más frutas en el
bosque.
Al
llegar al palacio, después de decorar todo el banquete con nuevas flores, todas
las mujeres y hombres que trabajaban en el palacio decidieron por turnos
asistir a la fiesta ya que ese día, todo el mundo disfrutaba de la fiesta de la
primavera.
La
princesa Sara se preparó para la fiesta de la primavera poniéndose su
vestido tan brillante como las estrellas.
Después del banquete, la princesa Sara volvió a bailar con el príncipe Mario, y
él sin que ella se diera cuenta le puso un anillo en el dedo.
La
princesa Sara se marchó a la cocina ya que era su turno de trabajar preparando los postres para todos
los invitados. La princesa Sara no tuvo tiempo de quitarse el peinado, ni el
vestido, por lo que pasó por su cuarto a coger su abrigo de toda clase de
pieles y se lo puso por encima para que nadie la reconociese.
Estuvo
muy liada junto con dos trabajadoras mas, preparando postres, y una de las
trabajadoras la dijo que llevara el postre favorito a la mesa del príncipe
Mario, el cual estaba sentado con sus padres (los reyes) y los amigos y las
amigas de los reyes. La princesa Sara aprovechó para meter el anillo de bodas
de su madre en la copa de fresas del príncipe Mario.
Sara
estaba muy nerviosa, ya que no se había cambiado de ropa y la podían reconocer,
además esta vez no le entregaba el postre en su habitación sino lo hacia
delante de su familia y de todos los invitados.
Al
entregarle la copa de fresas, el príncipe Mario que llevaba sospechando de ella
desde hace tiempo, observó que llevaba en el dedo el anillo que él le había
puesto durante el baile y sin comerse la copa de fresas saco el anillo que ella
le había puesto en el postre y le dijo a la joven delante de todo el mundo;
¿sabes lo que es esto? Y la joven muerta de la vergüenza dijo tímidamente;
“parece un anillo de boda majestad”.
El príncipe Mario, se levantó y se colocó
delante de ella mirándola a los ojos y le dijo: “Esto es un anillo de bodas,
que es el compañero del anillo que antes durante el baile te he colocado en el
dedo, porque tú eres la mujer con la que siempre he soñado y con la que quiero
pasar el resto de mi vida”.
En
ese momento ella le besó y le abrazó
mientras los reyes, los invitados y todos los trabajadores del palacio
aplaudían.
Más
tarde ella le contó el motivo por el que estaba allí; “ella estaba porque había
oído hablar de una mujer maravillosa y guapísima que es lo que necesitaba su
padre”.
El
príncipe Mario le sonrió y le dijo que él conocía a una mujer guapísima y
encantadora que no sabía si era a la que ella se refería pero que se la podía
presentar, ya que era la mejor amiga de su madre, que casualmente era la reina
de un reino cercano.
La
princesa Sara conoció a toda la familia del príncipe Mario y también a la reina
Margarita que era la mejor amiga de la madre del príncipe Mario, que era
encantadora y bellísima, tan guapa como lo fue su madre.
El
príncipe Mario y la princesa Sara se casaron y en la boda se conocieron el rey
Carlos y la reina Margarita, los dos se enamoraron al instante y poco después
se casarón y la princesa Sara tuvo un nuevo hermanito más adelante, llamado
Héctor.
He adaptado
el cuento, de tal forma que pudiera ser dirigido a niños de entre 5 a 9 años.
He hecho
algunos cambios como pueden ser:
- He omitido el tema de que el rey se
quisiera casar con su hija, y que por lo tanto la hija hiciese todo lo posible
por alejarse de su padre.
- Otro cambio, es que la hija se va del castillo
para buscar una buena esposa para su padre, ya que veía a su padre muy solo y
triste.
- También he cambiado la figura de la rueca
de la cadenita por un diamante azul, ya
que la rueca es una palabra que los niños suelen desconocer.
- He puesto fin a la historia, la hija
se casa con el príncipe que conoció en el baile, y también le consigue a su
padre una mujer maravillosa y hermosa.
- También he cambiado la figura de los
cazadores que encuentran a la joven el bosque, por unas trabajadoras del
palacio, al igual que he cambiado al cocinero del palacio por las trabajadoras.
- También he cambiado la última noche
del baile, por un día entero en el que participasen también los trabajadores
del palacio.
- Otro cambio que he hecho es cambiar
la cena del príncipe “consomé” por “una copa de fresas con leche” ya que la
palabra consomé no es una palabra muy utilizada entre los niños, y entenderían
mejor cualquier otro tipo de alimento.
He mantenido:
- La muerte de la reina.
- El deseo de la hija de que su padre tuviera
una nueva mujer.
- La huida de la princesa.
- Los tres vestidos y el abrigo que el
padre le regala.
- Los refugios en los que se esconde
la princesa en el bosque.
- Los bailes entre el príncipe y la
princesa.
- La princesa trabaja en la cocina del
palacio.
- La princesa le mete sus pertenencias
en la cena del príncipe.
- Cuando el príncipe pone el anillo a
la princesa.
-
El
final, cuando el príncipe le declara su amor a la princesa.
Muy bien.
ResponderEliminarPara que esté perfecto:
Es mejor que no le pongas nombre a la reina si va a morir. Los niños no identifican a los personajes de los cuentos folclóricos con su entorno real porque no suelen tener nombre.
Los tres vestidos y el abrigo de toda clase de pieles, son una argucia de la protagonista para retrasar lo que no desea hacer; en tu adaptación son regalos sin esta función inicial.